Visualizar para recordar: cómo usar esquemas y organigramas para estudiar mejor
El arte de subrayar
2/6/20252 min read
¿Te ha pasado alguna vez que, después de horas leyendo apuntes, todo sigue pareciendo una sopa de letras? Tranquilidad. No es falta de capacidad, es falta de estructura. El cerebro, cuando se encuentra con información caótica, hace lo que puede: olvida.
Por suerte, hay formas de estudiar que ayudan a recordar mejor, sin tener que leer el mismo párrafo siete veces. Una de las más efectivas —y a menudo subestimadas— es visualizar. Dibujar el pensamiento, organizar lo complejo, y traducir el texto en imágenes. Esquemas, mapas y organigramas no son solo bonitos; son herramientas poderosas cuando se usan bien.
Empieza por lo esencial: los esquemas
Un buen esquema no adorna, ordena. Sirve para quedarte con lo importante sin perderte en los detalles.
¿Cómo hacerlo?
– Elige una idea principal y colócala arriba o al centro.
– Añade conceptos secundarios con líneas o llaves.
– Usa palabras clave, no frases largas.
– Juega con colores o símbolos para diferenciar niveles.
Un ejemplo útil: al estudiar las fuentes del derecho, pon ese título en grande y desde ahí despliega: ley, costumbre, principios generales del derecho, jurisprudencia. Visualizarlo así ayuda a entender cómo se relacionan y en qué orden aparecen.
¿Y si necesitas jerarquías? Usa un organigrama
Cuando lo que estudias implica niveles de poder, competencias o estructuras, los organigramas funcionan mejor que cualquier párrafo. Son especialmente útiles para temas como la organización del Estado, las instituciones de la Unión Europea o los órganos del Poder Judicial.
Algunas claves:
– Usa cajas o círculos para representar instituciones.
– Conecta con flechas que indiquen dependencia o relación.
– Añade solo lo esencial: nombres, funciones básicas y posición jerárquica.
Consejo rápido: no recargues el gráfico. Si necesitas dos páginas para explicar un ministerio, el objetivo se pierde. Mejor crear dos esquemas sencillos que uno que parezca el metro de Tokio.
Para conectar ideas: mapas conceptuales
A veces no se trata de jerarquizar, sino de relacionar. Ahí entran los mapas conceptuales. Ideales para entender procesos históricos, teorías complejas o estructuras con muchos factores interconectados.
Cómo construir uno:
– Coloca el concepto central en el centro.
– Desde ahí, conecta con flechas los conceptos relacionados.
– Usa conectores breves para explicar la relación: causa de, resultado de, contrapuesto a, etc.
¿Por qué funciona esto?
Porque la mente recuerda mejor lo que ve. Las imágenes estructuradas activan zonas del cerebro que no se movilizan cuando solo lees o subrayas. Además, estos recursos te ayudan a repasar más rápido, a organizar lo aprendido y a evitar el clásico “lo tenía en la punta de la lengua”.
Ventajas claras:
– Mejora la memoria a largo plazo.
– Reduce la ansiedad al estudiar.
– Aumenta tu capacidad para explicar con claridad en clase, exámenes o exposiciones.
– Te obliga a sintetizar, y eso, sin darte cuenta, te hace pensar mejor.
Estudiar no es repetir como papagayo. Es conectar, ordenar y visualizar. Y cuando usas esquemas, organigramas o mapas conceptuales, el estudio deja de ser una jungla y se parece más a un mapa con caminos claros.
No hace falta ser artista. Solo tener claro que, a veces, una flecha bien puesta vale más que tres párrafos mal entendidos.